domingo, 21 de junio de 2015

Back Pages - Cuaderno marrón - Spanish Song



S P A N I S H      S O N G







Melodía de Ramona
Añoranza de las botas de piel española
Enigma de Spanish Mary

:

Mezclar a partes iguales
y atreverse a gritarlo
en espanglish

~

Ganar una apuesta en España, Nar :

cambiar de lugar el paisaje
+
mover de fecha el momento






jueves, 11 de junio de 2015

Caravana (14) Finales de junio 1967




     

     Desde el interior de la caravana, veo llegar a Dylan en un Chevrolet azul cobalto. Afino una vez más la Ibáñez y dejo pasar un buen rato antes de dirigirme al sótano. Desde lo alto de la escalera les escucho tocar un par de canciones, reuniendo fuerzas para iniciar el descenso. Respiro hondo y comienzo a bajar, como si me sumergiera. Rick es el primero en verme, me saluda sonriente antes de haber alcanzado el último peldaño.

      - ¡Hola, Nar! Mola, te has traído la guitarra.

     Dylan está de espaldas, hablando con Garth, tarda como un largo minuto en volverse hacia mí.

      - Vaya, la famosa Salvador Ibáñez, parece que al final va a resultar cierto lo que contaban estos tíos ...

     Levanto el instrumento con la mano izquierda, con gesto de tendérselo. Él no se mueve del sitio, se limita a preguntar con sorna:

      - ¿Eres sólo coleccionista, o también sabes tocarla?
     - Bueno … Dicen que no se me da mal del todo. Y sí, tengo varias guitarras, pero ésta es mi preferida. La gané en una apuesta, hace muchos años, en España.
      - Eso suena a una buena historia... Nos la cuentas otro día, ¿vale?, ahora mejor escuchamos cómo suena esa Ibáñez. Vamos a seguir con las canciones que nos habíamos propuesto hoy -antiguas, misteriosas y hasta trágicas, esa onda... ¿Te sabes ésta?

      En una acústica de doce cuerdas comienza a rasguear una melodía por la que navega un ballenero que conozco bien: Bonnie Ship the Diamond. Le contesto uniéndome a ella y un veloz gesto de sorpresa recorre su cara. Sin mediar palabra, mira a la banda indicándoles que nos sigan, y cada uno se va uniendo con su instrumento, excepto Richard, que se queda sentado en silencio frente a la batería. La emoción de escucharnos juntos subidos a ese barco es tan intensa que a punto estoy de perder el compás cuando Dylan -su voz, enardecida- aborda por segunda vez el estribillo:


                                                     So it's rise up my lads
                                       Let your hearts never fail
                             When that bonnie ship the Diamond goes 
                                               Fishin' for the whales


     Al terminar, Bob me mira durante unos segundos ladeando la cabeza. Rick sonríe, levantando el pulgar. Puesto en pie junto a la batería, en silencio, Richard hace una foto.


     Desde los periódicos, hace meses que naves espaciales como banderas despegan compitiendo por alcanzar la luna. Desde el sótano, esta tarde, a bordo de su barco, yo acabo de pisarla.





viernes, 5 de junio de 2015

Caravana (13) Finales de junio 1967





      Hace un rato Rick ha venido a anunciarme que esta tarde puedo volver a bajar a escucharles en el sótano. Nos hemos sentado delante de la caravana, sobre una manta extendida en el suelo, y mientras tomábamos café me ha estado contando que andan ocupados con una serie de temas tradicionales de Irlanda y de Escocia, también unos cuantos del enorme repertorio norteamericano -Canadá incluida, puntualiza-, y cómo él flipa metiéndoles el bajo a melodías que a veces tienen varios siglos y sobre las que Dylan va probando arreglos que no siempre a todos les resultan fáciles de seguir. Yo le he dejado hablar, como si no supiera ya gran parte de lo que me cuenta por haber estado escuchándolo a través de las ventanas abiertas del sótano.

      - A veces le apetece probar con la acústica de doce cuerdas, o dejar que Richard maneje la percusión al azar o se ponga con la lap steel, una Rickenbacker que suena de la hostia. Por cierto que, hablando de guitarras, el otro día Bob no se quería creer que tienes una de Salvador Ibáñez, pensaba que era una broma nuestra. Decía que no puede ser una original, que si lo fuera no la llevarías como si tal cosa en esta caravana que la mitad de las veces se queda con la puerta abierta. Y, ¿sabes?, cuando dice cosas como esa yo me quedo pensativo... No me las imagino en su boca hace un par de años. A veces me parece que el tiempo lo está volviendo un poco más desconfiado, no sé...
      - Bueno, si es así él tendrá sus razones, ¿no crees? -digo en un tono entre respetuoso y sonriente-.
     - Sí, supongo... -responde Rick sin mirarme, mientras con una pequeña rama que acaba de arrancarle a un olmo va dibujando algo sobre la tierra húmeda. Un silencio reflexivo nos une durante un buen rato, hasta que de pronto me oigo decir:
      - ¡Tengo una idea! ¿Qué te parece si esta tarde bajo al sótano con la Ibáñez?
      - ¡Cojonudo! -la carcajada de Rick le ilumina la mirada-. ¡Ya verás los caretos que van a poner Dylan y Robbie...! Venga, seguimos después, que ahora tengo que bajar al pueblo a reponer provisiones. Hasta luego.

      Se levanta de un salto y sale corriendo hacia uno de los coches aparcados frente a la casa rosa. Sobre la manta ha dejado la rama de olmo, y ante ella, grabado en la tierra, el dibujo de un barco que transporta un octaedro, un diamante enorme como una ballena.